Estaba
anocheciendo cuando Victoria y Tommy seguían su conversación.
-¿Por qué lo
dices, Tommy?-Le responde Victoria.
-Aquí por la
mañana puede parecer un lugar tranquilo en el que tiene pinta de ser una casa
en ruinas cualquiera, pero, por la noche es todo lo contrario, los espíritus de
los torturadores se levantan día sí y día también para seguir torturando a las
personas inocentes que pasan por este lugar simplemente para visitarlo. Debes
sacar de aquí a todos los que habéis venido, antes de que se levanten los
espíritus.-le sigue explicando Tommy.
-¿Cuánto
tiempo me queda?-le pregunta Victoria.
-No mucho;
suelen aparecer cuando la luna está arriba del todo en el cielo y su luz se
refleja en la sala en la que están enterrados-le responde.
Entonces
Victoria sale corriendo para ganar el mayor tiempo posible, aunque no iba a
conseguir nada con eso, debido a que la luna, como decía Tommy, estaba casi en
lo alto del cielo, y su resplandor ya había superado la primera planta.
-¡Don Amador,
debemos salir de aquí. Me he topado con un fantasma llamado Tommy que me ha
dicho que tenemos que irnos, que dentro de poco se levantarán de las tumbas los
espíritus de torturadores para torturar a la gente que viene a visitar este
lugar!-Con los nervios y el miedo que llevaba en el cuerpo no podía explicarse
bien.
-A ver,
relájate-le dice Don Amador- ¿Qué dices que te han dicho?.
Pero ya era
demasiado tarde. Se escucharon las voces estridentes salir de la habitación de
la segunda planta, tal y como le había dicho Tommy.
-¡No hay
tiempo para explicaciones, tenemos que salir de aquí! ¡YA!-le dice Victoria,
aún con más miedo en el cuerpo.
Los demás
compañeros, al oír la conversación, se les pusieron los pelos de punta y, con
el miedo de la noticia que había narrado
Victoria a Don Amador se metieron corriendo en el autobús pidiéndole al
conductor que pisara el acelerador lo más rápido posible y más. Obviamente, los
niños se hacían los duros, como que no tenían miedo a esas ''chorradas'' que
había contado Victoria. Pero se les veía el plumero, a Jacob el primero.
Cuando por
fin pusieron en marcha el autobús, todos los que iban en él escucharon una voz,
como si la tuvieran a su lado. Esa voz decía lo siguiente:
-Habréis
ganado la batalla, pero no la guerra. Estaremos pendientes de vosotros en todo
momento y apareceremos cuando menos os lo esperéis. Así que... Mejor que
os andéis con ojo o, si no...
Entonces se
fue la voz.
-¿Habéis oido
eso?-Pregunta Valeria, aterrorizada por ese mensaje que parecía tan cercano,
pero tan lejano a la vez.
-No ha sido
para tanto- le contesta Jacob haciéndose el duro pero en verdad era el que más
miedo tenía.
Como ya iban
por mitad del camino, ven una persona parada en mitad de la carretera mirando
fijamente al interior del autobús.
Entonces,
abre las puertas el conductor y se asoma.
-¿Quiere algo
señor?-le dice.
El hombre,
sin articular palabra, se acerca y entra en el autobús.
Una vez dentro,
se para en mitad del autobús y se le comienzan a poner los ojos cada vez más y
más blancos. Todo el mundo estaba mirando fijamente a aquel hombre desconocido
que cambiaba el color de sus ojos de una forma exagerada.
Entonces, en
aquel momento, el hombre se puso a hacer movimientos bruscos, a echar espuma
por la boca y a decir palabras sin sentido que nadie entendía.
Estuvo así un
buen rato hasta que de repente se quedó quieto, la espuma dejó de salir y se
calló en un instante, volvió a mirar al horizonte y...
Nacho
Díaz Díaz
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