Poemillas Marineros
Antonio Serralvo
Sociedad Amigos de la Cultura
Vélez-Málaga
por José R. Cortés Criado
Estamos ante un rancho de poemas, como
diría un marengo.
Son versos sencillos, que no simples;
imágenes frescas, que nos traen recuerdos y sensaciones conocidas;
el mar, la mar, los pescadores, las gaviotas, las barcas, la luna…,
todos los elementos son reales, cercanos y al mismo tiempo sugieren
distancia en el espacio y en el tiempo.
El poeta ha observado su entorno y ha
recreado las imágenes visuales en unas pocas palabras para
trasmitirnos lo que siente frente a lo que ve; algunos poemillas solo
nos ofrecen una visión:
La playa
de la caleta
tiene la arena
dorada
y el agua
como una estrella.
En otros poemas nos ofrece una
fotografía del mar, nos presenta unas gaviotas posadas sobre el
agua, y cuando parece que el poema finaliza con esa imagen quieta, un
último verso: “A lo lejos un barco”, nos hace enfocar más allá,
dándole vida a esa imagen y sorprendiendo al lector.
En una tarde
limpia del
invierno,
se han posado
en el agua
Las gaviotas
Como un mosaico
De pañuelos blancos.
La mar, limpia
Y serena
Las acoge
Y en si vaivén,
Pausado,
Las acuna
Como se acuna a un niño.
A lo lejos un barco.
Otros poemas apelan a los pescadores en
su faena diaria:
¡Daos prisa
Pescadores!
¡Recoged las redes ya!
Y a sus sentimientos más íntimos:
Hay un pescador que llora
Por la orilla de la mar,
Se perdió su caracola
Y no la puede
Encontrar.
O pone en boca de uno de ellos palabras
de preocupación:
¿De mi barca qué será?
Pero en todos hay
belleza, son palabras enlazadas siguiendo un ritmo marcado por la
entonación; Antonio Serralvo no busca una poesía sometida a los
cánones clásicos, no busca la rima ni la uniformidad en la medida
de los versos, escribe lo que siente y como lo siente, dejando su
espíritu libre a la hora de marcar los acentos, despreocupándose de
los versos rimados.
A veces juega con los colores para
ilustrar un poema, contrastando el blanco de las velas, de la espuma
o de las nubes con el azul del mar; o enfrenta los colores rojizos
del atardecer con el azul marino; o el blanco de la luna con el
plateado de los peces.
El cielo pone
colores rojizos
de fuego vivo
sobre la mar calma.
Son versos sencillos llenos de
simbología; son visiones personales, llenas de reflexiones; son
palabras sencillas, llenas de evocaciones; son palabras con sabor a
mar.
La mar,
que nuca cesa
en su vaivén,
guarda tesoros,
historias y penas.
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